Fin del mundo cada día#alexrbntofinisterre 2011; alexrbn in flickr

 

Ojalá cada día sintieras que es mejor fallar que no intentarlo.

Ojalá te tiraras a la piscina sin mirar antes hacia el fondo, sólo por notar el frío del agua, aunque te hubieras dado cien veces contra el cemento. Porque tal vez hoy, quién sabe, saltes mejor que ayer.

Ojalá cada día sólo pensaras cada cosa una sola vez. Una sola. La única.

Ojalá sintieras que recorrer 1.000 kilómetros merece la pena sólo por ver ese atardecer que no has visto nunca. Esa luz que va a oscurecer.

Ojalá cada día encontraras el valor de dedicarle ese escrito, esa canción, ese momento a esa chica que te gusta, sin saber si lo que te espera después es el sol, o tal vez la tormenta. Sin gorra ni paraguas.

Y que sobrevivieras al miedo mirándole a los ojos, para después dejarle a él contemplando tu espalda.

Ojalá cada día fueras tan inconformista que te empeñaras en no dejar “las cosas como son”. Ojalá tu destino fuera negarte a que existe el destino.

Y que las lecciones de tu pasado no te valieran para el futuro, sino sólo para el instante único que acaba de pasarte por delante. Y que, no te engañes, ya no va a volver a pasarte.

Ojalá cada día te diera por construir un recuerdo para llevarlo dentro el resto de tu vida, de tu día, de este día.

Ojalá no existieran las excusas. Nunca. Ni el “después” ni el “luego”, ni el «tal vez» ni el «puede».

Y que no necesitaras más razones para enfrentarte al imposible excepto esta misma: si ya es imposible, habrá que intentarlo.

Ojalá dedicaras sólo el último segundo del día a pensar en qué harás mañana, justo antes de cerrar los ojos. Y que esa misma mañana te hubieras despertado sin sueño, movido sólo por la pasión de haberte despertado del sueño.

Ojalá vivieras cada día con un reto nuevo, el más difícil, ese que no crees que puedas superar. Justamente ese.

Ojalá cada día te diera por intentar llegar al fin del mundo. Y que el camino para llegar hasta él lo marcaran sólo tus huellas, saliendo de ninguna parte, cada día.

Ojalá tu mundo y el mío acabara así todos los días, sin saber si habrá mañana.

Porque tal vez, algún día, ya no lo haya.