Uno de los problemas de relación social más evidentes que tenemos en la actualidad es la diferente concepción del tiempo. En apenas unos años, los cambios sociales que hemos experimentado han adquirido un ritmo nuevo, el de los avances tecnológicos, que nos han introducido en una dinámica de cambio permanente que nos revoluciona la forma en que vivimos casi a diario.

Una vista atrás a algunos datos de los últimos 15 años en el apartado tecnológico sirven para ubicarnos en ese tiempo relativo:

  • Google fue fundada en 1998. Hoy, Internet es Google.
  • Napster nació en 1999. Un acercamiento a lo que sería una tendencia a la piratería de los siguientes años.
  • El juego The Sims vio la luz en el año 2000. Un mundo de segunda realidad en la vida digital que siguió caminando con naturalidad.
  • En el año 2000 se comenzaba a introducir la conexión a Internet a través de conexión inalámbrica. No hace mucho que todo iba por cable y a velocidad de 64kbps.
  • En febrero de 2004 nace Facebook. Hoy, más de 1.200 millones de personas llevan ya varios años compartiendo sus vidas en esta red. 
  • Twitter procede del año 2006, hace solo 8 años.
  • En enero de 2007 Steve Jobs presentó el primer smartphone ‘moderno’, el iPhone. Hoy, es mayoría el número de usuarios de teléfonos dotados de conexión a Internet. 
  • El sistema operativo Android nace en 2008, y en 6 años ha logrado ser uno de los sistemas imperantes.
  • El iPad nace en 2010, hace solo 4 años, bautizando la categoría de las tablets populares. Las nuevas generaciones son eminentemente táctiles.

No son solo cambios tecnológicos. Son avances tecnológicos que nos han volcado la forma en que nos relacionamos. Y todo esto ha generado dos situaciones:

A los que nacimos en la vida ‘analógica’, nos ha modificado como personas, nos ha cambiado la forma en que pensamos. Nos ha generado sensación de vértigo y descontrol, pues esta velocidad no es la que conocimos. Pero seguimos asumiendo el cambio, en mayor o menor medida.

A los que nacieron y/o maduraron en la vida digital, les ha implantado un sistema de comprensión de la velocidad diferente al del resto de la sociedad. Este ritmo es para ellos el normal, el de la obsolescencia programada, el de los cambios a la velocidad de la luz y de la caducidad a idéntico ritmo.

Dos estilos de ver el mundo que día a día se enfrentan en la vida cotidiana. Dos formas de vivir, de entender y mirar el futuro. Dos formas de relacionarnos. Dos velocidades distintas para un mismo tiempo sobre las que tenemos que esmerarnos en profundizar desde el marketing, desde la empresa, y también desde nuestra vida.